A veces creo que las cosas de verdad pasan por algo y a veces creo que las cosas sólo pasan porque sí, porque mala suerte o buena suerte nomás. El otro día fui a ver Toy Story 4, quedé tan triste y existencial que me puse a escuchar música del celular (cosa que nunca hago por perseguida y porque me lo había comprado hace poco y odio gastar plata en teléfonos) y por perseguida tenía las manos en los bolsillos y el teléfono bien agarrado. Estuve a punto de entrar a mi casa pero me devolví a comprar pan. Iba pensando en muchas cosas, entre esas en mi última decepción amorosa y en cómo me habían visto la cara de weona aún cuando yo sabía que no tenía que confiar. De repente una mujer, de mi edad tal vez, me habla por detrás y con un "amiga" inicial me avisa que tengo sucio el cuello de la chaqueta, como que me había caído algo o me cagó un pájaro o quizás qué. Me miro y efectivamente tenía algo parecido a un escupo. Yo solo pensé "puta la wea, así como pa coronar el día", y lo dije en voz alta también. La mujer se rió como sintiendo mi dolor y seguía caminando cerca mío, no encima, me conversaba de la situación y yo muy buena onda le respondía también, hasta que me dice "me podríai mirar a mí a ver si me cayó algo?" Tocándose arriba de la frente, yo saco mis manos de los bolsillos, la examino y le digo "no, no tienes nada" vuelvo a meter mis manos y ya no tenía mi teléfono. Lo primero que hice fue agarrarle el brazo y decirle mirándola a los ojos "amiga me robaste el celular", ella quedó como congelada y de la nada me habla una o dos minas (ya no recuerdo) así como alteradas diciéndome que un tipo de rojo me había sacado algo del bolsillo y salió corriendo, que había sido recién y me apuntaron la dirección. Yo como las weonas enganché y corrí como un segundo en esa dirección hasta que me di cuenta que jamás había habido un tipo de rojo corriendo (de partida quién se vestiría de un color tan llamativo para andar lanceando), que todo fue un montaje muy bien ensayado y que me habían visto, nuevamente, la cara de weona (sobre la que ya tenía). Pasaron sólo segundos pero estaba tan bajoneada que no me dio la energía para devolverme y encarar a las minas, ya ni siquiera me acordaba de sus caras, y seguí caminando en dirección opuesta a mi casa y a ellas, no sé si por resignación o por vergüenza o por tener la pequeña esperanza de encontrar en esa dirección a algún tipo sospechosamente vestido de rojo que yo sabía que no era real. La misma pequeña esperanza que tengo de que esa última decepción amorosa vaya a venir algún día a disculparse, a contarme qué le pasó y a decirme que nunca quiso desaparecer y verme la cara de imbécil sino que fueron circunstancias ajenas a él que hicieron que todo pasara como pasó (equis de). Llegué a mi casa, triste total, no entendiendo esta dinámica de la existencia de siempre querer cagarse a los demás, de no poder confiar en NADIE en todo el rigor de la palabra, ni en los que no conoces, ni en los que conoces, ni siquiera en los que amas. En eso le hablo por feisbuc a mi mamá para contarle, me dice que vaya al otro día a su casa así me ayuda a comprar otro y yo se lo voy pagando de a poco, le hablo a una amiga con la que había quedado de juntarme al otro día para decirle que no me iba a poder juntar, le cuento lo que pasó y me dice que ella tiene uno que no usa y que me puede pasar. Justo. Ahora tengo un teléfono mejor que el que perdí y la amiga más desapegada del mundo. Al final mi pequeña desgracia se arregló en cosa de horas, gracias a mi amiga y a la lavadora. Salvo por la herida al orgullo, es como si nada hubiese pasado.
Y así nomás pasan las cosas, porque sí o porque no o porque capaz tienen que pasar de cierta manera determinada o capaz también que no. Mi abuelita me dijo el otro día "No confíe en nadie mijita. Ni en mí, ni en su mamá, ni en su papá". Igual me dio risa tierna porque es una exagerada igual que yo, pero entiendo también que ha pasado por muchas cosas en su vida. Por mi parte pienso que me niego a vivir en un mundo de desconfianza, ¿cuándo se descansaría?. Creo que las personas malas y egoístas son casos aislados, extremadamente numerosos pero aislados, que existen muchas personas sin maldad, amorosas y empáticas, y que si no las encuentro no me queda más que intentar todos los días ser una de esas personas, aunque no dejen de verme la cara de weona. Es difícil en un mundo como el de hoy pero no quiero aferrarme a las decepciones. Y, en caso de que no resulte, quizás la mejor solución sea inventarse un mundo propio. Pero para eso aún falta.