Hoy día nada me apura
solo quiero estar acostada aquí
amarrada a mi cintura
durmiendo con el tiempo
resguardada de la lluvia.
Afuera hay una tormenta que no para
casi igual que aquí adentro
(bien adentro)
y siento por primera vez la calma de no querer acelerar los procesos
porque en realidad la naturaleza es impredecible
(la de afuera y la de adentro)
sólo hay que respirar o dormir u observar estas tormentas
(las de afuera y las de adentro)
y disfrutarlas y llorar con ellas y esperar a que pasen
con los brazos abiertos
(o amarraditos a la cintura)
después, como siempre, va a salir el sol
y ese frío que una vez se sintió
ya no se va a recordar tan tan frío
porque el corazón va a volver a entibiarse con el tiempo
porque el tiempo es el mejor abrigo.