Nunca voy a olvidar nuestro último día. La pasión, la nostalgia, nuestros cuerpos, nuestro olor, nuestros llantos desgarrados y nuestro amor. No lo cambiaría por nada del mundo, ni por toda la paz espiritual que pudiese existir. Por ese día me aguanto este y mil dolores más. Fue perfecto. Un momento que vamos a atesorar por siempre en el rincón más profundo del alma. Nos despedimos en el clímax de nuestro amor, justo a tiempo, ni antes ni después.