Ya me doy cuenta de que no soy la primera que hace esto; pero yo también te he imaginado. Y es que la imaginación es a veces una traidora. Porque crea mundos y personas que no existen. Y lo de los mundos es llevadero porque quizás puedo reproducirlos yo misma de alguna extraña manera, pero ¿a ti de dónde te saco si no existes más que en mi delirante imaginario? No sabría a quién agarrar del brazo cuando sienta frío o a quién pedirle ayuda con mis cordones en esos días en que mi espalda -otra traidora- me petrifique. Hay noches en que siento tanto el momento de nuestro encuentro y verdaderamente creo en ello. Y luego hay mañanas en que trato de convencerme de que ese día jamás va a llegar pero me cambio de tema antes de convencerme en serio. Me cuesta tanto la realidad ajena que la gente rodeante se aleja o me aleja. Si miro a alguien no me mira, si alguien me mira yo no lo miro a él. No hay forma de coincidir con las coincidencias, pero de todos modos me acostumbro a ya no tener lo que alguna vez me sobró y en exceso. Ni contigo ni con nadie. En fin, agradezco tu compañía y tu ser inexistente. ¿Ya nos podemos ir?.